martes, 25 de enero de 2011

Historia y mito de Donald McGillavry

Estamos a finales del siglo XVII. Durante siglos, diferentes clanes han intentado hacerse con el poder en las Islas Británicas (por entonces, nada más lejos de un Reino Unido). La clave, como sigue siendo ahora, era la lucha continua por el poder entre las religiones católica y protestante. En 1685, el rey Carlos II de Inglaterra, protestante, había muerto sin herederos y ahora la corona la ostentaba su hermano Jacobo (en la imagen) que era católico y también tenía el trono de Escocia.

Jacobo tenía una hija, María, que el rey Carlos había educado en el protestantismo, contando con que fuera la heredera. Pero cuando Jacobo tuvo un hijo varón, los protestantes tuvieron que reaccionar. En cuestión de días, y sin apenas derramamiento de sangre, se consumó el golpe de estado y la hija de Jacobo y su marido Guillermo de Orange fueron proclamados reyes, mientras que Jacobo tenía que huir precipitadamente a Francia. Este país, que apoyaba la dinastía jacobita, terminó enzarzado con Inglaterra en una eterna guerra que duró cien años. Los ecos de aquella conmoción siguen
resonando en la sociedad británica, tres siglos después.

Dado que Jacobo era el heredero legítimo de la familia Estuardo y del reino de Escocia, su derrocamiento reforzó el sentimiento nacionalista en los Highlands, que desde entonces fueron el feudo de los jacobitas. Poco después, Escocia fue forzada a integrarse en la corona de Inglaterra y, durante siglos, no hubo un conflicto o guerra civil en las Islas en las que no estuvieran involucrados los jacobitas, en su eterna lucha por restaurar la casa de los Estuardo, algo que jamás consiguieron.

Alrededor de 1715, con el fervor nacionalista al máximo, surge una tonada popular donde un tal Donald McGillavry es llamado a luchar por el rey Jacobo encarnado en las sucesivas estrofas como un tejedor, un sastre, un zapatero y por último en el mismo diablo. La letra está llena de metáforas en un lenguaje enrevesado, casi intraducible. El personaje de McGillavry hoy se cree que no existió como tal, sino que encarna al pueblo escocés. La canción en realidad era un mensaje secreto llamando al levantamiento de los jacobitas con un lenguaje que sólo ellos entendieran:

...Donald se endureció con el saqueo y el pillaje.
Donald cenó con reyes y mendigos.
Mejor le fuera a los traidores
encontrandose al diablo en vez de a Donald McGillavry.
Ven como un tejedor, Donald McGillavry.
Ven como un tejedor, Donald McGillavry.
Empuja dentro y fuera, ensarta con ingenio.
Por el rey Jacobo y Donald McGillavry...

Os podeis imaginar qué es lo que iba a ensartar el tejedor...


Saltamos ahora unos cuantos siglos, hasta 1980 en el que un grupo de músicos que llevaban unos años tocando en clubs de Edimburgo publica un disco titulado So Many Partings (Tantas Despedidas) que incluía una versión renovada de la vieja tonada revolucionaria, que volvía de nuevo para revolucionar, en este caso incruentamente, al mundo de la música. Con el tiempo, la inconfundible voz de Andy Stewart y el virtuosismo de los hermanos Johnny y Phil Cunningham marcarían un antes y un después en la música escocesa bajo el nombre de Silly Wizard.



Silly Wizard - Donald McGillavry/O'Neill's Cavalry March

En directo la banda solía acelerar grandemente el ritmo, lo que en mi opinión le hace perder el gesto altivo, tan ajustado a la temática, que tiene la versión de estudio. Sin embargo, no deja de ser una perla vocal e instrumental como ha habido pocas.