Hay momentos en que la música te sobrepasa y se te cae la lagrimilla...
viernes, 27 de enero de 2012
miércoles, 18 de enero de 2012
Ecos de un mundo perdido
Irlanda es en muchos aspectos un mundo aparte. Allí puede ocurrir que pertenecer a una familia enteramente dedicada a la música y haber participado en una de las bandas más importantes de la historia del folk no sea una ventaja, sino más bien lo contrario, para desarrollar la creatividad.
Eso debió pensar Mícheál Ó Domhnaill cuando se decidió a dar el salto e irse a tocar con su amigo Kevin Burke a uno de los sitios más insulsos de Estados Unidos. Fue allí donde conoció al también violinista Billy Oskay (de Kingston, NY) y su música dio un giro hacia la fusión con estilos más internacionales, rayando con la música de cámara, el jazz o la new age.
Tras un disco de debut denominado Nightnoise, el dúo pronto se convirtió en cuarteto con la incorporación de la hermana de Mícheál (Triona) al piano y el flautista irlandés (procedente de la clásica y el jazz) Brian Dunning. Ficharon por el emergente sello Windham Hill, bajo el nombre de Nightnoise.
Fueron saliendo discos, donde las composiciones de Triona y Brian poco a poco fueron tomando más protagonismo. Cuando Oskay dejó la banda, su reemplazo fue nada menos que el mítico Johnny Cunningham (el hermano de Phil). Nightnoise al final terminó siendo completamente Británica, cerrando su particular viaje de ida y vuelta. Aún saldrían varios discos antes de que la prematura muerte de Mícheál y de Johnny disolvió la banda.
De su propuesta instrumental, lo que más me ha llamado siempre la atención es la total ausencia de percusión, suplantada en su labor rítmica por la omnipresente guitarra-metrónomo de Ó Domhnaill. Por otra parte, si algo puedo decir acerca de la sensación que me produce su música, tendría que ser "nostalgia". Quizá porque los conocí en una edad tierna y porque verlos en vivo fue una de las experiencias más fascinantes de mi juventud. O también quizás porque el propio estilo y forma de ser de su música nos tiene que llevar necesariamente hacia los ecos de un mundo perdido, una tierra de nadie entre fronteras donde pocos se han adentrado con éxito, y mucho menos han vuelto para contarlo. Una tierra abonada con el infinito buen gusto, cultivada con delicadeza y edulzada con suaves teclados y voces susurrantes. Una pura delicatessen, ni más ni menos.
Hace unos días, mi amigo Julio me pidió que colaborara en su blog haciendo un "grandes éxitos" en Spotify de algún artista. Inmediatamente se me vino a la cabeza Nightnoise, aunque hacía años que no desempolvaba sus viejos CDs. Tengo que agradecerle a él que su propuesta me haya traido de nuevo a un amor olvidado. Por desgracia, la discografía en Spotify está muy incompleta, así que voy a completarla aquí con lo que para mí son sus dos obras maestras: la sublime The Cricket's Wicket y (uno de los fijos en sus directos) la versión del Moondance de Van Morrison.
Eso debió pensar Mícheál Ó Domhnaill cuando se decidió a dar el salto e irse a tocar con su amigo Kevin Burke a uno de los sitios más insulsos de Estados Unidos. Fue allí donde conoció al también violinista Billy Oskay (de Kingston, NY) y su música dio un giro hacia la fusión con estilos más internacionales, rayando con la música de cámara, el jazz o la new age.
Tras un disco de debut denominado Nightnoise, el dúo pronto se convirtió en cuarteto con la incorporación de la hermana de Mícheál (Triona) al piano y el flautista irlandés (procedente de la clásica y el jazz) Brian Dunning. Ficharon por el emergente sello Windham Hill, bajo el nombre de Nightnoise.
Fueron saliendo discos, donde las composiciones de Triona y Brian poco a poco fueron tomando más protagonismo. Cuando Oskay dejó la banda, su reemplazo fue nada menos que el mítico Johnny Cunningham (el hermano de Phil). Nightnoise al final terminó siendo completamente Británica, cerrando su particular viaje de ida y vuelta. Aún saldrían varios discos antes de que la prematura muerte de Mícheál y de Johnny disolvió la banda.
De su propuesta instrumental, lo que más me ha llamado siempre la atención es la total ausencia de percusión, suplantada en su labor rítmica por la omnipresente guitarra-metrónomo de Ó Domhnaill. Por otra parte, si algo puedo decir acerca de la sensación que me produce su música, tendría que ser "nostalgia". Quizá porque los conocí en una edad tierna y porque verlos en vivo fue una de las experiencias más fascinantes de mi juventud. O también quizás porque el propio estilo y forma de ser de su música nos tiene que llevar necesariamente hacia los ecos de un mundo perdido, una tierra de nadie entre fronteras donde pocos se han adentrado con éxito, y mucho menos han vuelto para contarlo. Una tierra abonada con el infinito buen gusto, cultivada con delicadeza y edulzada con suaves teclados y voces susurrantes. Una pura delicatessen, ni más ni menos.
Hace unos días, mi amigo Julio me pidió que colaborara en su blog haciendo un "grandes éxitos" en Spotify de algún artista. Inmediatamente se me vino a la cabeza Nightnoise, aunque hacía años que no desempolvaba sus viejos CDs. Tengo que agradecerle a él que su propuesta me haya traido de nuevo a un amor olvidado. Por desgracia, la discografía en Spotify está muy incompleta, así que voy a completarla aquí con lo que para mí son sus dos obras maestras: la sublime The Cricket's Wicket y (uno de los fijos en sus directos) la versión del Moondance de Van Morrison.
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